EL ADULTO MAYOR
El término adulto mayor es relativamente nuevo, y empezó a usarse para reemplazar a los tradicionales “viejo” y “anciano”, que muchas veces se usan de manera despectiva. El concepto se refiere normalmente a un individuo que supera los 65 años de edad y vive la etapa posterior a la adultez, en la cual presenta pérdida de las capacidades motrices y cognoscitivas. (Edukavital)
- LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN Y EL ADULTO MAYOR
Desde los años setenta se está usando el término “sociedad de la información”, pues la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso, tanto en la industria y la agricultura como en la información misma. Por esta razón, el mundo está en un constante apoyo mutuo y en un estado de interconexión de los procesos, acorde a los desarrollos que se producen; lo que obliga a todas las personas a estar al tanto de cada detalle y a estar conectadas entre sí. Esto significa que se está en un medio que posee alta densidad comunicativa, producto esto de la introducción generalizada de las Tecnologías de la Información y Comunicación (en adelante TIC’s) en todos los ámbitos de nuestras vidas. Estas incluyen la informática, la telemática y los medios audiovisuales de comunicación, que permiten almacenar, procesar y transportar cada vez mayor volumen de información, generando de esta manera diferentes cambios sociales (Soto, 2005)
Al igual que los demás sujetos sociales, los adultos mayores forman parte de esta sociedad que impone un ritmo de vida muy exigente, pero no logran una adaptación tan exitosa como los jóvenes o los adultos, pues con el paso de los años van perdiendo muchas de sus capacidades, y al no hacer parte del público objetivo de los desarrollos tecnológicos pierden el interés por la participación social.
- EL BIENESTAR FÍSICO Y EL ADULTO MAYOR
El ejercicio físico provoca efectos beneficiosos desde el punto de vista fisiológico, psicológico y social. Una parte de los beneficios que se le atribuyen, son la consecuencia de rigurosas mediciones antropométricas, bioquímicas o fisiológicas, mientras que otros resultan de reportes de auto-observación. En este último caso se incluyen los beneficios percibidos por el practicante. Se considera que los sujetos que poseen conocimientos y creencias positivas respecto a los beneficios del ejercicio, tienden a promover la actividad física dentro de su estilo de vida, pero ello no conduce necesariamente a la incorporación regular al ejercicio. Los beneficios percibidos repercuten en la permanencia de los sujetos incorporados, es decir, que existe relación entre motivación y el beneficio percibido. Se ha observado que los sujetos con menor nivel educacional perciben menos, y los que practicaron deportes en su juventud perciben más (Barrios et al, 2003) (Mora et al, 2004).
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- LA DEPENDENCIA Y EL ADULTO MAYOR
La dependencia es descrita como la ausencia o disminución de la capacidad para realizar alguna actividad en la forma o dentro de los márgenes considerados normales (OMS, 1980). La persona que por la cronicidad ha llegado a este punto, generalmente requiere de un cuidador o persona que supla algunas actividades cotidianas y lo apoye emocional y espiritualmente. En nuestro contexto, la familia es el principal apoyo o soporte social, debido al compromiso moral y la responsabilidad que por tradición se ha legado a los integrantes del núcleo familiar, por lo tanto, la función y compromiso de este cuidador que asume el cuidado de su familiar debe ser direccionada bajo la perspectiva de la adquisición o mejoramiento de la habilidad de cuidado. Los componentes de conocimiento, valor y paciencia son los integrantes totalitarios para el desarrollo de una adecuada habilidad en el cuidado. De esta manera, la persona que asume la tarea de cuidado, con el transcurso del tiempo, puede presentar alteraciones en diferentes dimensiones como son: físicas, sociales, económicas, emocionales y espirituales y como resultante pueden llevar al cuidador a presentar sentimientos de tristeza, agotamiento, impotencia, entre otros (Rojas, 2007).
Existen herramientas como la actigrafía, la cual, en este contexto, permite conocer la intensidad y la frecuencia de la actividad física que realiza el adulto mayor. Esto sirve para identificar caídas y lograr una respuesta inmediata, ya que la incidencia reportada de caídas en adultos mayores institucionalizados se eleva hasta 50%, con consecuencias graves en 17% de ellos (Gac et al, 2003). Además sirve para hacer seguimiento al cumplimiento de las indicaciones médicas y diagnosticar trastornos del sueño. La actigrafía es un método no invasivo, que permite mediante la colocación de un pequeño sensor, usualmente colocado en el brazo no dominante, valorar períodos de actividad y reposo. El actígrafo está conformado principalmente por un acelerómetro y un módulo de comunicación inalámbrica XBee, que envía las medidas para ser graficadas.
- LAS FUNCIONES COGNOSCITIVAS DE LA UBICACIÓN ESPACIO – TEMPORAL Y EL ADULTO MAYOR
El concepto de funciones cognoscitivas (cognitivas se le denomina con frecuencia en nuestro entorno) se refiere a las que también se denominan funciones intelectivas o simplemente funciones superiores propias de la especie humana, las actividades mentales como el recuerdo, el pensamiento, el conocimiento o el lenguaje. En íntima relación con ellas está el concepto de la inteligencia, que se refiere a la capacidad para resolver problemas utilizando el pensamiento como medio y para adaptar el comportamiento a la consecución de objetivos. Existe discusión sobre la existencia de una inteligencia (inteligencia general, “factor g”) o de múltiples inteligencias, relativamente independientes unas de otras, como la capacidad verbal y la capacidad de manipulación instrumental; la capacidad en áreas matemáticas, la capacidad de lenguaje, la visual, la musical, para la informática, de tanto interés actual, o la capacidad para comprendernos a nosotros mismos o al mundo que nos rodea (Lobo et al, 2002).
La función cognitiva de un individuo es el resultado del funcionamiento global de sus diferentes áreas intelectuales, incluyendo el pensamiento, la memoria, la percepción, la comunicación, la orientación, el cálculo, la comprensión y la resolución de problemas. La función cognitiva cambia con la edad. Si bien algunos individuos envejecen «exitosamente», es decir muchas de sus funciones cognitivas permanecen igual que en su juventud; la mayoría sufre la disminución de algunas esferas cognitivas tales como las de aprender nueva información y ejecutar funciones motoras rápidas, mientras que otros sufren condiciones como la enfermedad de Alzheimer que deterioran severamente su funcionamiento cognitivo. Además de la disminución de la función cognitiva propia del envejecimiento y patologías como la enfermedad de Alzheimer, un gran número de procesos frecuentes en el anciano (infecciones, procesos degenerativos, neoplásicos, enfermedades sistémicas, toma de fármacos, etc.) también pueden alterar tales funciones de forma parcial o global, tanto de forma aguda como crónica (Varela et al, 2004).
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